¿Qué son los suplementos?
📌 Etimología
La palabra suplemento proviene del latín supplementum, que significa “lo que se añade para completar o llenar un vacío”. Deriva del verbo supplere (sub- = “desde abajo, por debajo” + plere = “llenar, colmar”).
El término aparece en el latín clásico con un sentido general de adición o refuerzo, utilizado en contextos administrativos, militares y literarios. Durante la Edad Media, supplementum se mantuvo en escritos eclesiásticos y jurídicos para referirse a anexos o añadidos.
Con el desarrollo de la imprenta y la prensa, en los siglos XVIII y XIX, se popularizó el uso de “suplemento” como añadido a un libro o periódico (ejemplo: suplemento dominical). En el ámbito científico y médico, el término comenzó a aplicarse a aquellas sustancias que complementaban la dieta o aportaban algo adicional al organismo.
Autores como Corominas (1987) señalan que, desde la perspectiva etimológica, suplemento mantiene siempre la idea de completar lo que falta o reforzar lo insuficiente, un sentido que sigue vigente en su uso actual en nutrición.
📌 Historia de los suplementos
1. Antigüedad
El concepto de suplementar la alimentación tiene raíces milenarias:
- Egipto: papiros médicos, como el Papiro de Ebers (ca. 1550 a.C.), registran el uso de miel, ajo y resinas como fortalecedores del cuerpo.
- Grecia clásica: Hipócrates (460–370 a.C.) recomendaba extractos de plantas y minerales como adiciones dietéticas para equilibrar los “humores”.
- China: la Materia Medica de Shennong (siglo I d.C.) ya incluía ginseng, té verde y algas como tónicos energéticos.
- India: en el Ayurveda, compilado alrededor del año 500 a.C., se describen hierbas como la ashwagandha y cúrcuma con propiedades de refuerzo vital.
En todos estos contextos, la suplementación no se concebía como ciencia, sino como parte de la medicina tradicional.
2. Edad Media y Renacimiento
Durante la Edad Media en Europa, la suplementación tomó la forma de preparados botánicos en herbolarios y monasterios. Los registros de boticarios del siglo XII describen tónicos de hierbas secas, miel, vino y polvos minerales que se prescribían como “complementos” frente a la escasez de alimentos o epidemias.
El Renacimiento trajo la farmacopea impresa (ejemplo: De Materia Medica de Dioscórides, traducida y reeditada hasta el siglo XVII), que reforzó la idea de añadir sustancias para “equilibrar” y “fortalecer” el organismo.
3. Siglos XIX – principios del XX
Con el desarrollo de la química y la biología, surgió el concepto moderno de suplemento:
- Siglo XIX: el aislamiento de nutrientes esenciales (yodo, hierro, vitamina C) permitió identificar que algunas enfermedades (bocio, escorbuto) podían prevenirse con la “adición” de dichos compuestos.
- 1912: Casimir Funk acuñó el término “vitamina” (de vital amina) en su publicación The Etiology of the Deficiency Diseases. Esto marcó el nacimiento científico de la suplementación nutricional.
- Décadas de 1930–1950: se introdujeron los primeros suplementos comerciales en tabletas y cápsulas, principalmente multivitamínicos y sales minerales.
4. Finales del siglo XX – actualidad
En la segunda mitad del siglo XX, la suplementación se expandió globalmente:
- Regulación: Estados Unidos aprobó en 1994 la Dietary Supplement Health and Education Act (DSHEA), que definió legalmente los suplementos como productos distintos a los medicamentos.
- Diversificación: los suplementos pasaron de vitaminas y minerales a incluir aminoácidos, proteínas, ácidos grasos esenciales, extractos herbales, probióticos y compuestos bioactivos.
- Mercado global: hoy representan una industria grande, con fuerte presencia en América, Europa y Asia, pero con tradiciones culturales propias que influencian su uso.
📌 Concepto académico actual
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Food and Drug Administration (FDA), un suplemento se entiende como:
“Un producto que contiene nutrientes u otras sustancias con efecto nutricional o fisiológico, destinado a complementar la dieta normal, y que se presenta en forma dosificada” (OMS, 2004; FDA, 1994).
En un sentido académico y lingüístico, un suplemento conserva la idea etimológica original: “algo que se añade para completar”. Su especificidad actual en nutrición y salud lo sitúa como un producto que no sustituye la alimentación, sino que la complementa desde un enfoque regulado.